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2021-08-05
En Ramón Bilbao estamos muy ilusionados con el proyecto Siente la música Ramón Bilbao Reserva: uno de nuestros vinos más especiales ha quedado ligado para siempre con una bella melodía compuesta especialmente para él.
Para disfrutar de la experiencia Siente la Música, tomamos el control de algunos de nuestros sentidos mientras dejamos que otros perciban las sensaciones amplificadas. Para comenzar, nos tapamos los ojos con un antifaz para que la vista no distraiga al cerebro con sus imágenes. Amplificamos con unos auriculares la percepción focalizada de la melodía Wine Rhapsody y disfrutamos de una copa de Ramón Bilbao Reserva pausada y conscientemente, centrándonos en lo que nuestro paladar va sintiendo mientras que seguimos el hilo conductor de la rapsodia.
Distintos tipos de sonidos e instrumentos se suceden mientras el vino desvela sus capas: fruta, fermentación, envejecimiento en barrica. Notas de un violonchelo y recuerdos a cedro y a fruta negra. Cambios de ritmo y sonidos mundanos que nos transportan a frondosos bosques, mientras aparecen notas mentoladas y a regaliz negro. Todo hermosamente orquestado: la música y el vino.
Inspirados por esta fabulosa experiencia, hoy buscamos en estas líneas los lazos invisibles que unen música y vino. Como en nuestro cerebro parecen colocarse en lugares conectados, imaginamos que en uno de esos recodos neuronales donde reside el disfrute hedonista.
Sinestesias : ¿podemos oír un color o ver un olor?
Las sinestesias son las conexiones existentes entre sentidos. Más allá de las literarias, quedan descritas otras que llevan a algunos afortunados a percibir con otros sentidos lo que parece destinado a sólo uno de ellos. ¿Podemos oír un color o ver un olor? ¿Se puede paladear un sonido?
La sinestesia que hoy exploramos es la que enlaza sonidos con descriptores gustativos, o al menos incrementa la sensación de ambos cuando se dan a la vez. En recientes estudios, se ha puesto de manifiesto que cuando se escucha música ciertas partes del bulbo olfativo también están trabajando, de lo cual podría desprenderse que la música que estamos escuchando interviene en la percepción sensorial del vino que estamos catando.
Según un experimento realizado en la Universidad de Heriot-Watt (Edimburgo), los rasgos de un vino se acentuaban según el tipo de música que sonaba mientras se degustaba. La percepción del catador con un tinto escuchando rock o música clásica variaba sustancialmente.
Con frecuencia, en los lienzos de pintura clásica dedicada a las bacanales observamos como suena música mientras los protagonistas beben vino y se procuran todo tipo de disfrutes: sátiros que tocan flautines, zarandean panderetas o hacen sonar largas trompetas son habituales en estas escenas.
El vino siempre ha sido fuente de inspiración para componer, pues eleva nuestro estado de ánimo a un estrato más relajado y creativo. Y también ha sido materia prima para los letristas de las canciones.
Se puede hacer el experimento de buscar la palabra “vino” en cualquier reproductor de música en streaming y nos devolverá un amplio listado de canciones que portan el vino en su letra. Vino dulce, vino tinto, vino amargo o … días de vinos y rosas.
Precisamente la banda sonora de esta película “Días de vino y rosas” acoge uno de los trabajos más aclamados del compositor Henry Mancini por la que ganó incluso un Oscar de Hollywood.
Siguiendo con canciones dedicadas al vino, recordamos por ejemplo a Lee Hazlewood y a Nancy Sinatra en el tema “Summer Wine”. Al compositor Neil Diamond recitando “Red, Red Wine” en grabaciones de los años sesenta o el festival de Glastonbury. O también la versión posterior más pop-reggae que de ese tema hizo el grupo inglés UB40 que alcanzó gran éxito.
¿Suena lejos? También los músicos del panorama actual dan cabida al vino en su repertorio: Pharrell Williams y Camila Cabello publicaron “Sangría wine” hace un par de años. Miley Cyrus le cantó a “Lilac Wine” en uno de sus vídeos más comedidos. E incluso la malograda Amy Winehouse interpretó el tema “Cherry Wine” en los últimos años de su vida.
¿Disfrutas de la música tanto como del vino? Pues hazte con tu botella de Ramón Bilbao Reserva y marídala con su rapsodia.