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2022-09-19
Beber vino es saborear paisaje embotellado. Es ciencia y es arte, pero hay mucho de intuición y artesanía en los procesos de viticultura y enología. La conversión mágica de uva a vino ha saltado de generación en generación y ha conquistado a la mayoría de civilizaciones que han habitado el planeta Tierra. Le acompañan otros oficios que muy a menudo pasan desapercibidos. ¿Qué hay sino tras una barrica, un corcho, el vidrio, o una etiqueta?
Hoy queremos reivindicar los oficios del vino. Que son muchos, muy distintos y algunos temen por su desaparición, sobre todo por la dificultad de encontrar relevo generacional en su desarrollo. Si nombrarlos es cuidarlos y promocionarlos, ahí vamos en este artículo.
Ante todo, reconocer el papel del agricultor, viticultor, ampelógrafo, ampelólogo, ingeniero agrónomo, enólogo, bodeguero… Sin ellos, sin su conocimiento y su dedicación, no estaríamos degustando vinos de perfiles tan distintos y de tanta calidad en nuestro país, además de en una escala de precios muy amplia.
EL VINO Y LA MADERA
¿Qué sería del vino sin una barrica? Ni el transporte, ni la conservación, ni la crianza hubieran sido posibles a lo largo de la historia sin la madera. Los toneleros, que son los ebanistas del vino, tienen además de un oficios que viene de muy lejos, uno de los más exigentes, puesto que en las barricas de distintos tamaños, tostados y formas – pueden ser toneles, foudres… ovalados o redondos- que diseñan y fabrican, el vino termina su formación. La crianza le da equilibrio, redondez y estructura al vino. Longitud. Y sus matices sutiles son apreciados.
Para entender su valor, sin duda, hay que saborear Ramón Bilbao Gran Reserva (tempranillo, graciano y mazuelo). Un vino legado del tiempo, con aromas de fruta madura y un paso marcado por barrica. Persistencia, volumen y longitud.
EL VINO Y EL CORCHO
El corcho es “el primer confidente del vino”, así de magistral lo define el sumiller Josep Roca (El Celler de Can Roca). Es paisaje, puesto que su origen es el alcornoque.
El descorche del árbol es un proceso lento y delicado, cuidadoso para preservar uno de los patrimonios naturales de la península. La corteza del alcornoque se retira cada 10 años y su piel se convierte en tapón. Los corcheros saben que se juegan mucho, la responsabilidad de un tapón en el gusto y aroma del vino es máxima. Calidad como objetivo, para permitir al vino que siga evolucionando en botella y que tras el descorche, su labor de taponar haya sido también la de cuidar.
Para confirmar su valor, un Mirto, 100% tempranillo riojano, que pasa años en botella, con corcho, afinándose antes de salir al mercado. La oxidación que facilita el corcho permite redondear los aromas de crianza que se suman a la fruta negra, en forma de pimienta, clavo, cedro y toques balsámicos y mentolados.
EL VINO Y LA BOTELLA
No es hasta el siglo XIX que el vino se empieza a embotellar en vidrio. Y aunque hay propuestas novedosas como el bag-in-box y la lata, el vino siempre tendrá en el vidrio un aliado. Está claro que hoy el proceso es industrial, pero aún existen vidrieros sopladores en activo que hacen joyas maravillosas, como porrones. ¿Sabéis que el primero de la historia se encontró en el Monasterio de Poblet, en la farmacia, y data del siglo XIV? La importancia del vidrio es tal, que algunos enólogos también utilizan damajuanas de gran capacidad para realizar la crianza de vinos tranquilos.
Un Ramon Bilbao crianza 2019, de botella esbelta y adornada, es una buena opción para apreciar este material. Un clásico envejecido en barricas de roble americano, con un estilo renovado, versátil, mucha fruta y equilibrado, para entender la expresión sincera del tempranillo de Rioja.
EL VINO Y EL DISEÑO
El diseño. Es la más moderna de las profesiones y oficios que hoy destacamos, que ha llegado con mucha fuerza y necesidad al mundo del vino. Nos guiamos por la vista y muchas veces escogemos una botella por aquello que nos cuenta la etiqueta. Sus artífices son artistas, ilustradores, diseñadores… que interpretan el terruño, el mensaje líquido y la filosofía del elaborador, y la plasman en una o varias imágenes que seducen a la vista. ¡Qué potentes son los mensajes de hoy! Desde los clásicos más refinados a los vanguardistas más rompedores; el oficio de hacer más sugestivo un vino tiene mucho futuro.
Con una etiqueta poderosa en rojo y negro, Ramón Bilbao Viñedos de Altura, ensamblaje de tempranillo y garnacha negra, es una buena demostración de ello. En el vino está el paisaje líquido de un paraje singular a 700 metros de altitud. La etiqueta transmite la heroicidad en la viticultura a través del gesto humano de escalar una montaña.
Podríamos hablar de quienes construyen márgenes de piedra seca, crean tinajas de barro y de los artesanos del metal. Hay muchos oficios y no tantos practicándolos. Por eso deberíamos ser capaces de reconocerlos y admirarlos a cada uno de ellos, cuando tomamos una copa de vino.