CRUZANDO LOS GRANDES PUENTES DEL MUNDO

Puente procede de la voz en latín ponts-pontis. Y precisamente los romanos fueron grandes constructores de puentes de piedra. Antes de ellos, seguro que muchos troncos de árboles caídos habían jugado el mismo papel desde los albores de la humanidad. Nosotros consideramos que el vino también tiende puentes entre países: Ramón Bilbao siempre ha tenido mucha vocación internacional.

El campo semántico de la palabra puente nos lleva a hermosas ideas: la conexión entre dos lugares, entre dos ciudades, entre dos barrios se realiza con puentes. Hay puentes que parten de un país y llegan a otro. También lleva implícito la idea de salvar dificultades: son los puentes que nos alejan del abismo, del vacío o de largos trayectos por carreteras sinuosas.

Frecuentemente se usa la palabra puente como sinónimo de cooperación, de ayuda, de entendimiento entre distintos. Incluso en electrónica, medicina, odontología o mecánica se solucionan problemas aplicando este concepto de “unir una cosa con otra mediante un añadido con la finalidad de reparar, sujetar o dar paso”.

¿Es el vino un puente? Seguramente, es un puente cultural entre quien lo produce y quien lo degusta. Ocurra esto a pocos metros del viñedo o en las antípodas. Creemos que los vinos de Ramón Bilbao han creado muchos lazos y puentes entre el viñedo riojano y los winelovers del mundo. Forma parte de nuestra filosofía hacer accesible nuestro vino en casi cualquier rincón del mundo.

LA IMPORTANCIA DEL MATERIAL DE CONSTRUCCIÓN

Por ello hoy hablamos de grandes puentes en todo el globo, comenzando con uno bastante próximo a nuestra bodega: el Puente Colgante de Portugalete-Getxo, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2006, fue el primero de sus características en construirse y uno de los pocos que siguen en pie. Se eleva más de 60 metros sobre la ría y salva una distancia de 160 metros entre las dos ciudades mencionadas.

Frente al uso del resistente acero trenzado en el Puente de Portugalete-Getxo llama poderosamente la atención como otros puentes hechos con cuerdas trenzadas que deben reponerse por completo casi cada año, como el Puente Queshuachaca, que data de la época Inca y que salva 28 metros de distancia en una zona rural de Perú.

HISTÓRICOS

Lo que hoy conocemos como Budapest no hubiera sido igual sin el puente que une Buda y Pest sobre el Río Danubio. Antes de su construcción, sus habitantes cruzaban de una parte a otra en barcazas trasbordadoras o incluso caminando cuando el invierno congelaba las aguas del río. Inaugurado en 1849, el Puente de las Cadenas, como también se le conoce, es un símbolo húngaro que se ha reproducido históricamente en sellos, monedas y billetes.

Unas décadas más tarde se inauguró Tower Bridge, otro de los puentes que están indisolublemente unidos a la ciudad que los acoge: Londres, en este caso. Tanto es así, que fue uno de los emblemas de los Juegos Olímpicos de 2012. Seguramente por su simbolismo de acercamiento de naciones y culturas, valores que también están en el espíritu olímpico.

El puente de Brooklyn, que une el barrio que le da nombre con Manhattan es el puente más conocido y reconocible en el skyline neoyorkino. Además, es el primer puente de la historia en el que se empleó acero en su construcción.

El Golden Gate de San Francisco, ya trasladados a la costa del Pacífico de Estados Unidos, es mucho más reciente (1937) y como casi todo el mundo sabe, está pintado de rojo y no de dorado (a pesar de su nombre).

RECORDS

China capitaliza casi cualquier record reciente que implique el concepto de puente.

Uno de los últimos en batirse ha sido el de puente colgante de vidrio más largo del mundo, título que venía ostentando otra estructura china. El Puente de Lianzhou es uno de los centenares de puentes acristalados que se están construyendo en el país asiático con fines turísticos. En concreto se trata de medio kilómetro de pasarela acristalada que se eleva a más de doscientos metros sobre un paraje natural conocido como Lingnan.

Los cinco puentes más largos del mundo se encuentran en China y superan los más de cien kilómetros de longitud, muchos de ellos son puentes ferroviarios sobre los que circulan trenes de alta velocidad. Muy lejos quedan de la distancia que salvan viaductos europeos como el francés Millau (24 kilómetros) o el portugués Vasco de Gama (17 kilómetros).