2020-12-28
A pocos días de despedir el año 2020, que pasará sin duda a la Historia por muchas razones, nos planteamos seguir al 2021 en su periplo por el globo. Ya sabéis que en Ramón Bilbao somos muy viajeros. Y que por viajar, nos apuntamos hasta al que hace el Año Nuevo, país por país, huso horario por huso horario. Sírvete una copa de tu Ramón Bilbao favorito y acompáñanos.
Aunque no todos, la mayoría de los países del mundo siguen el calendario gregoriano y por ello el 31 de diciembre despiden el año y dan la bienvenida al siguiente el uno de enero. La entrada del año nuevo en el planeta se inicia y culmina en el Océano Pacífico, en pequeños archipiélagos poco poblados, lo que convierte el evento en un momento todavía más mágico. El 2021 asomará por las Islas Kiribati, Samoa y Tonga en el Pacífico Sur, donde sus habitantes son los primeros en celebrar la entrada del año y habitualmente lo hacen con espectáculos de fuegos artificiales.
Auckland, la capital de Nueva Zelanda es la primera gran ciudad en pasar de año. Sus habitantes tienen como costumbre contemplar espectáculo pirotécnico que se dispara desde los 328 metros de altura de la Sky Tower, uno de los emblemas de la ciudad.
Tras las Islas Fiji, es Australia quien da la bienvenida al nuevo año. Los fuegos artificiales en la Bahía de Sidney iluminando su icónico edificio de la Ópera, es la imagen del Año Nuevo que queda en la retina de todos los australianos. En pleno verano, lo habitual allí es hacer un picnic o una barbacoa para despedir el año viendo el espectáculo pirotécnico.
En Filipinas son muy habituales las celebraciones con petardos y tracas. En otros países del Sudeste asiático, como Tailandia, Camboya y Laos, no se sigue el calendario gregoriano, pero aún así, por influencia occidental se realizan celebraciones en la noche del 31 de diciembre al 1 de enero. Lo mismo ocurre en China, donde se celebra la entrada del año nuevo el día 12 de febrero de nuestro calendario. En Japón se vive como una fiesta familiar y religiosa, que incluye la degustación de unos largos fideos llamados toshikoshi, que simbolizan el deseo de una larga vida.
Desde el año 1699 Rusia celebra la entrada de año en la misma fecha que el resto de Europa. Los rusos suelen recibir el año nuevo en familia alrededor de una mesa en la que se toman muchos platos, frecuentemente ensaladilla, caviar y mandarinas. Rusia es un mercado importante para Ramón Bilbao, así que estamos seguros de que en muchos de los hogares rusos se descorchará alguno de nuestros vinos en la cena del 31 de diciembre.
También en Alemania tienen mucha presencia nuestros vinos Ramón Bilbao, que serán una opción más seria en las mesas germanas frente a las poncheras llenas de vino caliente con zumo y frutas habituales en las fiestas de fin de año.
En Italia las lentejas protagonizan la cena de Capodanno, simbolizando la buena suerte y la prosperidad. En Francia se brinda con champagne cuando el reloj marca las doce, mientras que en Portugal también se toman las uvas, como nosotros, pero en su caso, son uvas pasas.
En general, en el continente africano se mezclan diferentes creencias y costumbres que sitúan el inicio del año en otras fechas. En algunas ciudades, sin embargo, sí se celebra el 31 de diciembre con música y fuegos artificiales por influencia europea de la época colonial.
En Johannesburgo, (Sudáfrica) es costumbre deshacerse de los muebles y enseres viejos el día de fin de año, sacándolos a la calle o directamente lanzándolos por las ventanas.
Este ritual de “tirar lo viejo para dar la bienvenida a lo nuevo” se repite en muchos puntos del globo alrededor del 31 de diciembre, también ocurre, con variaciones en México, Venezuela y otros países de América del Sur.
Mientras que en EE. UU, muchos están pendientes de la cuenta atrás mientras desciende la bola del reloj de Times Square de Nueva York para cumplir una de las principales tradiciones: “besar a quien primero veas en el Año Nuevo”.
Y en los cielos de Hawaii, el último lugar de nuestro viaje acompañando el Año Nuevo, veremos más espectáculos pirotécnicos justo en el momento en que en Kiribati, inicio de nuestro periplo, ya es dos de enero. Una vuelta al globo a la velocidad del día, con nuestra copa de Ramón Bilbao, el vino de los viajeros.