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Blog / EL MES DE LAS FLORES
2022-05-19
El mes de mayo le debe su nombre a Maia, la diosa de la fertilidad y de la salud. Los romanos ya celebraban una fiesta en su honor adornando los templos con flores para recibir a las personas enfermas y sanarlas. ¿Puede sanar la belleza?
En mayo, lo que nadie puede negar es el encanto de la naturaleza. Suben las temperaturas y hay más horas de luz, de manera que hasta las flores más tardías han florecido e inundan las retinas de colores. Contemplarlas en su su hábitat natural es lo ideal, pero no siempre podemos desplazarnos allá donde crecen. Habitar las floristerías es una muy buena alternativa para descubrir la estacionalidad de cada flor, reencontrar aromas y advertir la perfección vegetal. Y llevártelas a casa para observarlas, copa de vino en mano, todavía es mucho mejor
Las flores y el vino, en casa
Como nos puede pasar con un vino que queremos dejar reposar antes de abrir, con las flores nos ocurre lo mismo, con bastante frecuencia nos asalta la duda de si sabremos cuidarlas en casa. De lo que estamos convencidos es que, tanto una copa de vino como las flores, tenerlas cerca nos regala momentos de inadvertida felicidad. O, como dirían los daneses, nos acercan al hygge.
“¿Cómo sería, me pregunto, vivir constantemente con esa sensibilidad agudizada hacia las vidas que hemos recibido? Ver el árbol en el pañuelo, las algas en la pasta dentífrica, los robles en la tarima, las uvas en el vino; recorrer siempre y con todas las cosas el hilo que nos devuelve a las vidas individuales, y mostrarles nuestro respeto. Una vez que empiezas, es difícil parar. Empiezas a sentir que estás inundado de dones”.
La botánica y escritora Robin Wall Kimmer sugiere en el libro “Una trenza de hierba sagrada” redescubrir la huella de la naturaleza en todo lo que nos rodea. En el vino, intuir la uva. Más que de flores, habla de plantas, y las define como “las primeras ecólogas restauradoras. Utilizan sus dones para sanar la tierra y nos muestran el camino”. Se refiere a la tierra como “maestra” y “sanadora”.
Describe cómo es amar a una hija y considera que el mismo aprecio se puede transferir al huerto. ¿Podría servir también para una flor? Kimmer expone lo que conlleva: “Cuidado por la salud y el bienestar, protección contra los peligros, fomento del crecimiento y el desarrollo individual, deseo de estar juntos, generosidad al compartir recursos, trabajo codo con codo por un objetivo común, celebración de valores compartidos, interdependencia, sacrificio de uno por el otro, creación de belleza”. ¿Estaríais de acuerdo?
Quizás lo mejor es ponerlo en práctica. Aprendamos a amar a la naturaleza tal y como propone Robin Wall Kimmer.
Algunas flores que armonizan bien con vino
Estas son nuestras tres propuestas para disfrutar de las flores de mayo y armonizarlas con tres copas distintas de vino:
Una hortensia. De infinitas tonalidades, aunque las azules y moradas son muy especiales. Necesitan poco sol, mucha agua, y unas cuantas miradas de complicidad. Disfrutarla con Límite Norte, ensamblaje de uvas Maturana y Tempranillo blancas. Un vino riojano inusual que regala armonía, equilibrio y largo recorrido.
Un hibisco. Destaca por su flor en forma de campana y grandes pétalos. Adora el sol del verano y quiere agua con asiduidad. Elegante y longeva, pide horas de luz y desprende alegría. Para acompañar un Organic Verdejo, un monovarietal de Rueda que seduce por la frescura y la acidez equilibradas. Un vino con untuosidad y toque final cítrico y herbáceo.
Un geranio. Del rosa al blanco o del azul al morado. Muchos colores para elegir. No por ser muy común deja de ser atractivo. Pide horas de sol directo y un par de riegos por semana. Hay balcones y jardines que saben de su poder embellecedor y reparador y no ahorran en número. Añadir a tal encanto un vino profundo, sabroso, de finura envolvente y con personalidad floral que traslada a las laderas de Yerga. Lalomba Finca Lalinde es un vino seductor y longevo matizado por la luz, el cierzo y la rica naturaleza.
Flores y vino, un maridaje ideal para el mes de mayo.